2009/09/15

LA PROSA MEDIEVAL

LA PROSA MEDIEVAL. ALFONSO X EL SABIO Y DON JUAN MANUEL
1. Introducción.
2. Orígenes de la prosa castellana.
3. La prosa del siglo XIII.
4. Alfonso X el Sabio.
5. La prosa en el reinado de Sancho IV.
6. La prosa del siglo XIV.
7. Don Juan Manuel.
1. Introducción.
El siglo XII había dado lugar en Europa a un gran despertar cultural. Esta eclosión no se producirá en la Península hasta el siglo siguiente, pues en el siglo XII los reinos cristianos están demasiado absorbidos por la Reconquista, que se complica con las invasiones de los almorávides y los almohades. En el siglo XIII tiene lugar cierta recuperación de los reinos cristianos; los almohades son vencidos en las Navas de Tolosa (1212), y la actuación de Fernando III trae consigo no sólo victorias militares, sino también una prosperidad que está en la base del desarrollo cultural.
En el siglo XIII surge un nuevo estamento de letrados, que en la primera mitad de la centuria estuvo conectado con algunos monasterios de Castilla la Vieja o con universidades recién creadas como la de Palencia. Esto produjo las obras el Mester de Clerecía. En la segunda mitad del siglo los letrados y eruditos serán atraídos por el prestigio y la vitalidad del proyecto emprendido por Alfonso X que sube al trono en 1252. A esta empresa se suman sabios árabes y hebreos, inmersos en un contexto cultural más sólido que el cristiano de aquellos años.
2.Orígenes de la prosa castellana.
El uso literario de la prosa medieval en la lengua vernácula tuvo que abrirse camino:
- frente al verso, de más prestigio como modalidad literaria,
- diferenciándose del habla común por la afirmación de unas normas,
- y ganando lentamente al latín medieval la expresión de los aspectos religiosos, científicos y literarios.
El comienzo de la prosa medieval viene, pues, impulsado por dos factores:
- el uso, cada vez más creciente, de la lengua vulgar en el verso,
- y la necesidad, de orden práctico en principio, de escribir fueros locales y documentos de poca trascendencia.
La oratoria tuvo una función importante, sobre todo a través de los sermones dirigidos al pueblo cristiano; la oratoria antigua, era el modelo subyacente en el fondo de las artes literarias.
2.1. La prosa hispano-latina medieval.
Tras la invasión árabe, la prosa latina se cultiva con más intensidad en diversos campos, especialmente el historiográfico, a partir del siglo IX, entre otros textos históricos contamos con la Chronica visegothorum de finales del siglo IX y la Historia Roderici de principios del siglo XII. La Historia compostelana y la Chronica Adefonsi Imperatoris se alejan de los primitivos cronicones. La primera ofrece abundante documentación sobre la diócesis compostelana. La segunda presenta mayor interés literario, sobre todo porque en ella se incluye el Poema de Almería, texto épico latino sobre la figura del Cid, escrito entre 1147 y 1157.
El primer texto que adquiere verdadera importancia por su proyección en la historiografía romance es la Crónica najerense (hacia 1160). Parte en gran medida de los poemas épicos y pasa de un estudio universal en los tiempos bíblicos y en la época clásica a concentrarse en la Península primero y en Castilla y León, después.
En el segundo cuarto del siglo XIII se fechan dos crónicas latinas que fueron fuentes fundamentales en la redacción de la Estoria de España de Alfonso X. La primera es el Cronicon mundi (1236) de Lucas, obispo de Tuy, llamado el Tudense, sigue la tradición de la Crónica najerense y utiliza los cantares de gesta como fuentes históricas. La segunda crónica es De rebus Hispaniae (1243) de Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, conocido como el Toledano. Refleja una actitud más crítica y fidedigna en lo que atañe a la cronología. Se basa en documentos y recurre a las fuentes árabes las cuales tenían en cuenta los factores económicos y sociales.
La Semejança del mundo es un texto geográfico compuesto en Castilla hacia 1222. Sus fuentes son las Etimologías de San Isidoro y una obra basada en éstas, la Imago mundi de Honorio (siglo XI). Se expone en la Semejança la visión del mundo heredada de los griegos y a su vez interpretada por los latinos. No se limita a la descripción geográfica, sino que incluye datos sobre piedras preciosas y de animales reales y fantásticos, para lo que se sirve de los bestiarios medievales.
2.2. La Escuela de Traductores de Toledo.
España durante la Edad Media sirvió de eslabón entre la Cristiandad y el Islam en la transmisión del patrimonio científico y cultural que seencerraba en los textos orientales. Se inicia en el siglo X en el monasterio de Ripoll (Gerona).
Por otra parte, Toledo es reconquistada por Alfonso VI en 1085. La ciudad contaba con una sólida tradición cultural árabe y hebrea que propició la traducción. Esta tarea fue sistematizada bajo el impulso de Raimundo Sauvetat, arzobispo de Toledo entre 1126 y 1152. Menéndez Pidal afirma que no se debe entender la escuela de traductores como un conjunto orgánico de maestros, escolares y aulas. Hubo una escuela toledana en el sentido de un conjunto de estudiosos que se continúan en un mismo lugar, en unas mismas bibliotecas, con unos mismos procedimientos, trabajando en el campo de la ciencia árabe. La escuela de Toledo no se interesó demasiado por las obras literarias, sino que centró su atención en las de carácter científico y filosófico.
En la Escuela de Traductores se tradujo la casi totalidad de la obra de Aristóteles, tratados científicos de Euclides, Arquímedes, Tolomeo, Hipócrates y Galeno; obras de Averroes y Avicena y textos hebreos como los del poeta y filósofo hispano-hebreo Gabirol (siglo XI).
2.3. La prosa romance de finales del siglo XII y principios del siglo XIII.
Dentro del terreno histórico y jurídico en romance la muestra más antigua de prosa medieval son las Corónicas navarras, narraciones históricas muy breves escritas en navarro-aragonés, incluidas al final de un texto legal, el Fuero General de Navarra. Data de 1186, no está estructurado como prosa narrativa sino en forma de anales. Carece de relieve literario, pero contiene referencias al rey Artús, a Carlomagno y al cuarto conde de Castilla, García Sánchez, protagonista del Romanz del infant García.
De finales del siglo XII, y con forma narrativa, es un resumen en romance de la Historia Roderici, que trata el tema del Cid. Los Anales toledanos primeros, escritos en castellano con la rígida estructura de los anales, pertenecen a comienzos del siglo XIII.
Por último, cabe citar entre estos primeros textos en prosa el Liber regum, compuesto en dialecto navarro-aragonés entre 1196 y 1209. Recoge una nómina de reyes, desde los tiempos bíblicos hata Alfonso VIII de Castilla y Ramiro el Monje de Aragón, pasando por los emperadores romanos.
3. La prosa del siglo XIII.
El siglo XIII es la época decisiva para el desarrollo de la prosa. En su estudio se puede combinar el criterio cronológico (atendiendo a los reinados de Fernando III, Alfonso X y Sancho IV) o al genérico (textos históricos y jurídicos, traducciones de la Biblia, exempla, literatura gnómica o de sentencias y colecciones de cuentos) para su estudio.
3.1. Traducciones de la Biblia:
Entre las primeras obras está la traducción parcial de la Biblia y titulada la Fazienda de Ultramar. Constituye una suerte de guía para peregrinos a Tierra Santa donde se reúnen descripciones de los territorios que se atraviesan, traducciones de relatos del Antiguo testamento e historias procedentes de la Antigüedad Clásica, de manera que el peregrino conozca detalles geográficos e históricos de los parajes que visita.
3.2.. Textos históricos y jurídicos:
La conquista de Conca, atribuida al maestro Giraldo, canciller de Alfonso VIII, se debió de componer en 1212. De 1213 parece ser la Historia de la gran batalla de las Navas de Tolosa que se atribuye al arzobispo don Rodrigo. Del reinado de Fernando III es la primera traducción de la Historia gothica del Toledano con el título de Estoria de los godos. También de este período son los Anales toledanos segundos compuestos por un mudéjar entre 1244 y 1250; su laconismo es muy destacable.
En el orden jurídico encontramos el Fuero de Brihuega (hacia 1240), los Fueros de Aragón (1247), el Fuero de León romanceado (hacia 1250) y el Fuero general de Navarra (1250). Por orden de San Fernando se tradujo el Forum judicum visigótico con el título de Fuero Juzgo.
3.3. Prosa didáctico-doctrinal:
En este grupo se incluyen géneros como la literatura de debate, los manuales de confesores y predicadores, la literatura gnómica o de sentencias, combinada, a veces, con la modalidad del speculum principis, para la formación de príncipes y reyes. En general, todas estas obras de carácter doctrinal tienen un contenido referido a enseñanzas sobre la conducta humana y sus consecuencias morales, organizadas con un criterio elemental. Estas doctrinas proceden de libros latinos o árabes de análoga intención, y su trasposición al castellano representa una versión más o menos libre de las obras originales, en muchos casos una paráfrasis, que continúa el mismo espíritu en la lengua vulgar.
La Disputa entre un cristiano y un judío se ha fechado en la primera mitad del siglo XIII. Pertenece al género del debate. El autor hace acopio de todos los tópicos antijudaicos. El texto se construye sobre burlas y escarnios más que sobre razonamientos. La eficacia moral de la obra está encomendada a los argumentos del cristiano.
Los Diez mandamientos es un manual para confesores escrito por un monje navarro en el primer tercio del siglo XIII. Contiene una explicación de los Diez Mandamientos y ofrece al confesor diversos consejos prácticos.
En el siglo XIII está en su cénit la prosa oratoria en forma de sermón. Es entonces cuando se crean la orden de predicadores o dominicos (1215) y la de franciscanos (1209). Esto explica que durante el reinado de Fernando III se recurriera a recopilar una serie de sententiae para ayudar a los oradores a ilustrar sus semones de forma más eficaz. Son dichos célebres que encierran una gran carga moral y filosófica. El modelo está en Factorum et dictorum memorabilium libri IX de Valerio Máximo.
La abundante literatura gnómica medieval se nutre principalmente de fuentes orientales. Todos los textos sapienciales incluyen una preocupación por la ética y la política monárquica que procuran representar la figura del príncipe perfecto. En ocasiones se incrusta algún elemento próximo a lo narrativo, pero lo esencial en el género es la sentencia.
El Libro de los buenos proverbios contiene máximas atribuidas a filósofos árabes, griegos y latinos.
Bonium o Bocados de oro, inspirado en el Libro de las sentencias del árabe Abulwafá Mobaxir ben Fátic. Recoge proverbios de autores griegos, latinos, indios y árabes que se incrustan en una breve trama narrativa que desarrolla el viaje del rey persa Bonium a la India en busca de la sabiduría. Tocan varios temas: religión, política, astronomía, medicina, economía, etc.
El Poridat de poridades (Secreto de secretos) agrupa proverbios árabes. Presenta notables diferencias respecto a la versión latina de Felipe de Trípoli titulada Secretum secretorum. Asistimos a los consejos que Alejandro Magno recibe de su maestro Aristóteles. Consta de ocho tratados en los que se habla de las maneras de los reyes: de sus cualidades y conducta; de la justicia; de los ministros, escribas y cobradores de las rentas reales; de los embajadores; de la organización del ejército; de la estrategia de la guerra y de las virtudes de las piedras.
El Libro de los doze sabios o Tratado de la nobelza y lealtad es una primera muestra del género del speculum principis. A lo largo de 65 capítulos, cada vez más breves, doce sabios aleccionan a un rey sobre sus deberes y sus normas de conducta en las tareas de gobierno.
Dentro de este mismo género está el Libro de los cien capítulos, que sólo contiene cincuenta: reúne sentencias y máximas morales y políticas para la formación de reyes; incorpora algún apólogo simple. Muchas de las sentencias de esta obra se incluyeron más tarde en las Flores de filosofía recopiladas durante el reinado de Alfonso X.
Este género para la formación de gobernantes continuará posteriormente con los Castigos e Documentos mandados redactar por Sancho IV, el Libro infinido de don Juan Manuel y, ya en el siglo XV el Vergel de príncipes.
3.4. Prosa didáctica:
Resulta de más interés literario el grupo de obras donde el elemento didáctico aparece encuadrado en marcos claramente narrativos. El antecedente hispánico de este género en castellano es la Disciplina clericalis, obra en latín del siglo XII, compuesta por el judío converso Pedro Alfonso. Esta obra reúne treinta y cuatro exempla encuadrados en un marco narrativo en el que un padre alecciona a su hijo.
En estas colecciones de cuentos y exempla se suele seguir el esquema en que un maestro alecciona a su discípulo por medio de estos ejemplos. La temática predominante es la del saber, en cuanto es buscado y transmitido. Las enseñanzas morales de la cuentística oriental se dirigen tanto a la salvación del alma como a regular las relaciones humanas. Dentro de éstas un tema clave es la amistad, considerada como uno de los mayores bienes espirituales. Muy habitual es la figura del rey que debe estar adornado de virtudes tales como la sabiduría, la justicia y la mesura. En torno a él aparecen los consejeros cuya función es primordial. La mujer aparece casi siempre como un ser dotado de una especialísima habilidad para el engaño. Otro tema recurrente es el de la predestinación. La moral de estas colecciones es esencialmente práctica y se aconseja el uso de la prudencia y de la astucia como valores más extendidos.
El Libro de Calila e Dimna lo mandó traducir Alfonso X en 1251. Es una colección de relatos indios procedentes en su mayoría del Panchatantra. Los exempla se sitúan en un marco narrativo que da al conjunto una cierta unidad: en el primero de los ejemplos se cuentan las aventuras de dos lobos hermanos, Calila y Dimna. Este calumnia al buey Sanceba, ministro del rey León, pero se prueba la falsedad de la acusación de Dimna y es condenado a morir de hambre; el resto de los ejemplos surgen de la conversación entre distintos personajes: los dos lobos, un brahmán y su mujer, o un filósofo y un rey que pregunta a este sabio y obtiene respuestas donde se introducen exempla. De todos los ejemplos se deriva una enseñanza moral pragmática y laica más que religiosa, basada en la astucia y el dominio de los propios impulsos.
El Sendebar o Libro de los engannos e los asayamientos de las mugeres fue mandado traducir por el infante don Fadrique, hermano de Alfonso X, en 1253. Consta de veintiséis exempla insertados en un marco narrativo muy semejante al de Las mil y una noches, y también el pasaje bíblico de la mujer de Putifar y su relación con José: un príncipe es acusado por su madrastra de haber intentado violarla, y el rey, padre del príncipe, lo condena a muerte. La ejecución se demora y entretanto siete sabios dialogan con la madrastra y ponen de relieve los engaños y traiciones de las mujeres. Finalmente, el príncipe, al que un horóscopo aconsejaba no hablar durante una serie de días, puede hacerlo y declarar la verdad, se demuestra la falsedad de la acusación y la madrastra es condenada al fuego. Los cuentos narrados por los sabios, dirigidos contra las mujeres y sus conductas se sitúan en la tradición misógina de la Edad Media.
Dentro del reinado de Fernando III se sitúa también la Historia de la doncella Teodor que pertence al género gnómico y al didáctico, con una abundante presencia de elementos narrativos. Se basa en la estructura narrativa de preguntas y respuestas. El esquema argumental consiste en que la esclava Teodor conserva su virginidad y evita la ruina de su señor al responder correctamente a las adivinanzas propuestas por los varones más doctos del reino. La concisión de las respuestas de Teodor acerca el texto a la literatura gnómica, con la diferencia de que en este caso existe un marco narrativo.
4. Alfonso X el Sabio (1221-1284).
Su reinado es un período de intensa actividad científica y literaria dirigida por el mismo rey. Representa una de las cimas culturales más elevadas de la Edad Media europea. Agrupó en su corte a numerosos sabios de todas las razas y religiones y nacionalidades, y con su auxilio y colaboración prosiguió la gran tarea de reunir, sistematizar y traducir toda la ciencia conocida en su tiempo, con un criterio de tolerancia y universalidad que constituyen su mayor gloria, además de ser el mismo rey el creador de la prosa castellana. Su empresa más relevante fue elevar el castellano a rango de lengua de cultura, orientar con seguridad el idioma hacia su definitiva norma, hacia su fijación y dotar a España de una lengua prosística apta para la cultura intelectual.
Bajo su reinado Toledo se convirtió en un centro cultural de primerísima magnitud que enlazaba con la espléndida tradición de la Escuela de Traductores. Además, el 28 de diciembre de 1254 fundó en Sevilla los Estudios Generales de latín y de arábigo, uniendo la experiencia y prestigio toledanos a la vitalidad de la ciudad andaluza. El equipo estaba formado por sabios de las tres creencias que traducían y preparaban textos históricos, científicos y legales bajo la dirección personal del rey.
Suelen distinguirse dos períodos en las traducciones alfonsíes:
- el primero abarca de 1256 a 1260 y se centra en los textos científicos. La decáda de 1260 supone una larga interrupción de esta labor, debido a las ocupaciones políticas y militares que embargan al monarca.
- la nueva etapa se inicia en 1269 en la que se sigue traduciendo y el rey se muestra más exigente en la perfección de este trabajo. Emprende obras tan ambiciosas como la Estoria de España y la General estoria.
No hay que buscar originalidad en sus escritos, es ante todo una labor enciclopédica de proporciones gigantescas.
La innovación de Alfonso X en materia de traducción consiste en que el objetivo no va a ser la versión latina, sino la castellana. El rey tomaba parte directa en los trabajos previos de la composición de las razones, o sea, de la materia, además de someter a crítica las mismas en su manera de ponerlas de acuerdo y en rectificarlas. Al propio tiempo adoctrinaba a sus colaboradores en su composición y elegía quién había de redactarlas definitivamente. Otra tarea que acometía el monarca era la de eliminar lo superfluo y conservar lo esencial así como en la corrección del lenguaje.
La lengua del rey sabio, en su conjunto, tiene un carácter más reflexivo y estudiado que la espontánea de las gestas o de la lírica. La labor de Alfonso X capacitó al idioma para la expresión didáctica. El castellano conoce un desarrollo sin precedentes en los siguientes aspectos:
a) Queda fijada la grafía que se mantendrá hasta el siglo XVI.
b) Se amplia el léxico con aportaciones de lenguas como el latín y el árabe. Se introducen cultismos del latín cuyo significado se encarga de aclarar para después incorporarlos a sus escritos como palabra habitual. También se enriquecen vocablos ya existentes con nuevas acepciones que expresaban conceptos latinos o árabes.
c) Se desarrolla la sintaxis y la frase se alarga, se complica con oraciones incidentales incorporando nuevos nexos en forma de conjunciones y locuciones que dan flexibilidad y riqueza de matices a la oración.
En suma, el castellano se convierte en un vehículo de cultura capaz de sustituir al latín y tratar de las más variadas materias, desde el derecho hasta la astronomía. La lengua adquiere una entidad imprescindible para el desarrollo posterior de la literatura española.
4.1. Obra de Alfonso X:
La vasta producción realizada o dirigida por el rey puede agruparse en varios apartados:
a) obras jurídicas;
b) obras científicas y de recreo;
c) obras históricas.
a) Obras jurídicas:
Al igual que en la labor historiográfica, en el campo jurídico se produjo la incapacidad para llevar a término proyectos que eran demasiado ambiciosos: solo uno de los cuatro textos legales redactados bajo su reinado pudo ser promulgado en vida del rey como corpus legal con aplicación en la práctica.
La obra capital fue las Siete Partidas o Libro de las leyes. Comenzó en el año 1251 y se propuso tres objetivos:
- llevar a cabo la gran recopilación y reforma jurídica deseada por su padre Fernando,
- ayudar y dirigir a los juristas y a los monarcas que reinasen después,
- dar los medios a sus súbditos para que conociesen el derecho y la razón.
En todo el cuerpo legislativo está especialmente presente el deseo del monarca de escoger la más equitativa y moderada disposición con un espíritu de tolerancia todavía más asombroso en su tiempo. Se inspira en las directrices del Derecho romano de Justiniano y en las ideas de Aristóteles, Séneca y San Isidoro. Otras fuentes utilizadas fueron el Fuero Juzgo, el Decretum de Graciano, las Decretales, la Biblia, la Disciplina clericalis y la literatura gnómica medieval. En las disposiciones alternan sobre realidades concretas de la vida coetánea con normas y nociones de índole teórica y normativa, frecuentemente alejadas de las prácticas consuetudinarias e incluso legales del momento, pero que el monarca aspira a convertir en guía de la futura legislación, algo así como una meta ideal hacia la que aquella debe encaminarse. Combina un código legal con una serie de normas de vida.
Cuando Alfonso llega al trono no existe un código legal unitario. León sigue el visigótico y Castilla se rige por la ley consuetudinaria. Las ciudades tienen sus propios fueros. El propósito del rey Sabio es unificar la legislación con un código. Con este fin hacer redactar el Fuero real de Castilla (1254).
El otro código legal de principios de su reinado es el Setenario. Se ocupa de materias eclesiásticas y se estructura sobre el número siete. Aparte de cuestiones legales, trata sobre los sacramentos, sobre el culto pagano a la naturaleza lo que lo convierte en un texto misceláneo que es al tiempo código legal, enciclopedia y manual para uso de sacerdotes.
Otra obra legal de menor importancia que tampoco llegó a promulgarse es el Espéculo. Es considerado una refundición tardía de las Partidas o bien su primer borrador.
b) Obras científicas y de recreo:
La fama del rey Sabio la debió en su tiempo a sus escritos astrológicos y astronómicos traducidos del árabe. Lo más importante en este terreno son las Tablas alfonsíes. Parten del trabajo de un astrónomo árabe del siglo XI, Al-Zarkali de Córdoba, enriquecido y revisado gracias a los experimentos que el rey y su equipo hicieron entre 1262 y 1272 en el castillo de San Servando de Toledo. Se ocupan del movimiento de los planetas, del sol, de la luna, de los eclipses y de la medida del tiempo.
Los Siete libros del saber de astronomía sintetizan las doctrinas de Ptolomeo. Se basan en textos traducidos del hebreo y del árabe. Lo más interesante de esta obra es la elaboración del lenguaje.
Otros tratados de astronomía vertidos al castellano son: Astrolabios llano y redondo, Libro de las figuras de las estrellas fijas, Libro del globo celeste, Tratado de las armiellas, etc.
Otra faceta de la labor científica del rey incluye los libros de astrología como el Libro de las cruces, tratado astrológico, que se ocupa del zodiaco y su repercusión sobre las vidas; el Picatrix traducción de un texto árabe del siglo XI: Meta del sabio, de carácter mágico. Otro es el Lapidario que relaciona las cualidades de las piedras con los fenómenos astrológicos, en él se mezclan la superstición y la ciencia. Otros libros de astrología son el Libro conplido en los iudizios de las estrellas y el Libro de la ochava esfera.
Entre los libros de recreo están el Libro de axedrez, dados e tablas traducción de varios textos árabes concluido en Sevilla en 1283. Se compone de varios tratados. El primero es el Libro del axedrez donde se describen todos los pormenores del juego utilizando siempre la metáfora de la lucha entre dos ejércitos. A continuación vienen el Libro de los dados, Libro de las tablas, Juego del gran axedrez, Axedrez de las diez casas, Axedrez hecho a semejanza de los cuatro tiempos del año, Tablero de las tablas de los cuatro tiempos del año, Alquerques y Tablero de los escaques y de las tablas que se juega por astronomía.
c) Obras históricas:
Abarcan desde la amplia concepción universal a la particular española. Ejemplo de lo primero es la monumental Grande e General Estoria. De la segunda es la Crónica General de España.
La Estoria de España fue comenzada el año 1270 con el acopio de documentos. Durante un tiempo concentra todo su interés en este proyecto, pero luego lo abandona para dedicarse a la General Estoria. Sólo fueron elaborados 616 capítulos. Pretende exponer "los fechos de Espanna" desde los tiempos bíblicos. Incluye la época prerromana y romana de la Península y trata extensamente la etapa que va de las invasiones germánicas hasta la muerte de Fernando III. Representa un gran esfuerzo de síntesis en el que se emplean las más diversas fuentes. Se sirvió de las dos grandes crónicas latinas del siglo XIII, las del Tudense y el Toledano y de éste tomó su actitud crítica hacia las fuentes. Utilizó también la Biblia, los poetas clásicos latinos, historiadores como Tivo Livio, leyendas eclesiásticas, los cantares épicos y la historiografía árabe.
Especial relevancia para la literatura tiene el uso de la épica romance con una profusión inusitada hasta entonces. Ello ha permitido conocer bien el contenido de cantares perdidos (La condesa traidora, el Romanz del infant García y el Cantar de Sancho II) e incluso reconstruir versos, como en el caso de los Siete Infantes de Lara y el Cantar de Mío Cid. En otras ocasiones hace un resumen bastante amplio del asunto de un poema, otras tenemos prosificaciones de extensísimos fragmentos que incluso conservan la asonancia.
La General Estoria pretendía ser una historia universal desde la creación del mundo hasta el reinado del rey Sabio, pero llegó tan sólo al final del Antiguo Testamento. Consta de seis partes de las que solo las cuatro primera están completas.
La fuente más empleada es el Antiguo Testamento así como la Historia Escolástica de Pedro Coméstor (siglo XII) que compendiaba la parte histórica de la Biblia. Sin embargo, la General Estoria se separa de las biblias historales pues trata materia pagana, y se acerca a la mezla de lo bíblico y lo pagano que aparece en los Cánones crónicos de Eusebio de Cesarea y su ampliación por San Jerónimo, fuentes fundamentales de la obra. Entre la materia pagana cabe citar la guerra de Troya, la vida de Alejandro y la rencilla familiar de Tebas, esta traducida de una obra francesa, el Roman de Thèbes. Usa abundantemente las Metamorfosis de Ovidio y se apoya en la Glossa Ordinaria y las Antigüedades judaicas de Josefo.
El equipo de sabios de Alfonso X maneja estas fuentes con habilidad para configurar un conjunto narrativo coherente; no se limitan a traducir, sino que comentan el material aportado y el vocabulario, siguiendo un método didáctico heredado de la Antigüedad clásica. A este método se suma la transmisión de principios morales cristianos, de acuerdo con las ideas que Alfonso tenía de la educación. Toma las siete artes liberales del Trivium y el Quadrivium como base del conocimiento, sosteniendo así una concepción global del saber cuando los avances en diferentes campos abrían paso en otros países europeos a una concepción más parcelada y técnica en las distintas materias.
5. La prosa en el reinado de Sancho IV (1284-1295).
Muerto Alfonso X, el trabajo de sus escuelas disminuyó en intensidad y redujo su campo de acción. Sancho IV el Bravo no se sintió atraído por la ciencia arábiga ni continuó la ambiciosa historia universal. Concentró su interés en dar a su heredero enseñanzas prácticas sobre conducta y gobernación, en procurarse un vademecum que condensara los saberes reconocidos sobre Dios y el mundo.
En la literatura didáctica y sapiencial está la Historia de la doncella Teodor derivada de un cuento de Las mil y una noches. Está a medio camino entre la literatura gnómica y la ejemplar, donde alcanzan mayor desarrollo los elementos narrativos.
El Lucidario con prólogo de Sancho IV, responde a un esquema de preguntas y respuestas entre un discípulo que plantea al maestro sus dudas sobre temas de teología y filosofía natural. La fuente principal es el Elucidarium (hacia 1095) de Honorio de Autun.
Los Castigos e documentos para bien vivir ordenados por el rey Sancho IV es una muestra de la literatura doctrinal y moral en la modalidad del speculum principis. Estos apercibimientos van dirigidos al futuro Fernando IV para adoctrinarle en las tareas del gobierno pero se extiende también a las virtudes que deben adornar a todo cristiano. Se compone de 50 capítulos. El desarrollo narrativo no es muy amplio. Los apólogos de origen oriental se mezclan con las máximas y sentencias de autores clásicos que emparentan el texto con la literatura gnómica. En conjunto predomina el tono aforístico.
El Libro del consejo e de los consejeros va dirigido a todos aquellos que lo quisieren entender, pero sobre todo a los reyes, para ilustrarlos, entre otras cosas, acerca de cómo han de ser los buenos consejeros. Se inspira en el Liber consolationis et consilii (1246) de Albertano de Brescia.
El Libro de la vida de Barlaam y Josafat es una versión cristiana de la leyenda de Buda. Narra la historia de un príncipe que desconoce la realidad de la muerte hasta que encuentra, sucesivamente, a un anciano, un cadáver y un asceta ermitaño; estas experiencias le permiten adquirir saber y virtud, y conocer la verdadera condición del mundo. En la narración se intercalan diversos exempla.
La gran conquista de Ultramar es una extensa compilación de 1100 capítulos de la historia de las Cruzadas, en forma de crónica novelada en la que se intercalan múltiples relatos legendarios. Se centra en las gestas de Godofredo de Bouillon, que dan unidad a una obra donde se reúnen elementos muy variopintos. La figura de Godofredo aglutina buena parte de los materiales al suponérsele nieto del Caballero del Cisne. Lo más interesante del conjunto es, precisamente, la Leyenda del Caballero del Cisne, de origen francés y que conecta al protagonista con el mundo mítico. La fuente primordial es el Roman d'Eracle (traducción de finales del siglo XIII), que a su vez sigue la Historia rerum in partibus transmarinis gestarum de Guillermo de Tiro (siglo XII). Incluye leyendas que introducen los ciclos carolingio y artúrico. Al primero pertenece la leyenda del Mainete, sobre el nacimiento y juventud de Carlomagno; del segundo aparecen personajes como Merlín, Tristán o Lanzarote, personajes fundamentales de las novelas de caballerías.
6. La prosa del siglo XIV.
Frente a los escritos anónimos se alza la individualidad de dos figuras como la de don Juan Manuel y el canciller Pero López de Ayala. El siglo XIV se caracteriza por sus importantes crónicas históricas, aunque sigue cultivándose la prosa didáctica. Además no son numerosas las colecciones de exempla. Sí hay diversos tratados de tema predominantemente religioso. Por otro lado se da otro tipo de relato que prescinde de la finalidad moralizante para centrarse en la creación de un universo ficticio: el libro de caballerías, que con su origen en el roman courtois francés fructificará en España a finales del siglo XV.
6.1. Historiografía:
Entre las obras de prosa histórica está la Gran crónica de Alfonso XI. Es la obra histórica más interesante del período. Hay en el texto algunas descripciones con valor literario; se pinta a veces el escenario natural de los hechos para enmarcar la hazaña. Hay un considerable deseo de dar la mayor viveza posible al relato. Utiliza recursos que luego aparecerán en las crónicas de López de Ayala: arengas, consejos, mensajes, cartas, diálogos, plegarias, profecías.
Otras crónicas son la Crónica particular de San Fernando que no es más que una prolongación de la Estoria alfonsí añadiendo los eventos del reinado de este rey. La Crónica de Castilla o del Campeador se limita a los monarcas de este reino, pertenece a finales del siglo XIII o principios del XIV. Lo más característico es la gran atención que concede a los cantares de gesta. La Crónica de veinte reyes tiene el particular interés de prosificar el Cantar de Mío Cid partiendo de un manuscrito distinto del que se conserva. Se supone que se compuso alrededor de 1320. Las Tres corónicas escritas entre 1340 y 1352, están dedicadas a los reinados de Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV. La Segunda crónica general o Crónica de 1344 es una versión castellana de la Crónica geral de Espanha del conde portugués don Pedro de Barcelos, hecha a imagen de la historia alfonsí, de la que es prolongación.
También puede considerarse como texto histórico en mayor o menor medida la Versión de la historia de Troya de Beneyto de Sancta María hecha por mandado de Alfonso XI. El texto básico es el Roman de Troie de Benoît de Sainte-Maure, escrito a mediados del siglo XII. Esta obra parte de dos relatos de presuntos testigos presenciales: la Ephemerides belli Troiani atribuida al soldado Dictys de Creta y De excidio Troiae historia que se supone del frigio Dares. Ambos textos son apócrifos.
Alfonso XI hizo traducir el Roman de Troie a Nicolás Gonçálvez que concluyó la tarea en 1350. Con anterioridad (probablemente hacia 1270) se había redactado la Historia troyana polimétrica en verso y prosa.
Pero López de Ayala (1332-1407):
Fue el creador de la crónica particular. Sus obras habían de representar la incorporación definitiva al munto literario de la historia de un reinado particular. Buen prosista, conciso, inteligente en la selección de los hechos de armas y diplomáticos, el Canciller trazaba una figura viva, que, más que definida, aparece adivinada entre el ruido de las peleas y las voces de los concejos. Ayala escribió las crónicas completas de Pedro I, Enrique II, Juan I y los seis primeros años del reinado de Enrique III. Abarcan, por tanto, el periodo comprendido entre 1350 y 1396. Procura animar el relato y romper la monotonía mediante el cambio de técnica narrativa y la utilización de artificios literarios com diálogos, descripciones, epístolas, arengas... Además del retrato físico de los personajes, que anuncia ya el arte de Fernán Pérez de Guzmán, nos ofrece un sutil análisis psicológico de su conducta.
Insiste constantemente en dos conceptos esenciales: la justicia y la necesidad de que la ley controle todas las acciones. Al hilo del relato se suceden las observaciones morales y las reflexiones personales que suscita en el autor la contemplación de la realidad. Ingrediente esencial es su estilo sobrio y preciso, de gran eficacia narrativa. Sin embargo, tiene algunos defectos como son reiteraciones, digresiones y, a ratos, una excesiva prolijidad.
6.2. Novelas de caballerías y de aventuras:
El ciclo bretón que canta las hazañas del rey Artús y sus paladines, la búsqueda del Santro Graal y los amores de Tristán e Isolda, fue dentro de la novela de caballerías el que alcanzó una mayor difusión por Europa, sobre todo durante el siglo XIV y gran parte del siglo XV. Esta leyenda aportó un mundo ficticio de exaltada idealización, en el que privaba la aventura, los valores caballerescos, el misterio, la magia y los elementos simbólicos y míticos.
La fuente originaria de la literatura artúrica en Europa es el libro del obispo Godofredo de Monmouth, Historia regum Brittanniae, escrito entre 1130 y 1136, al que más tarde se añadió el texto de las profecías de Merlín, vertido a la lengua latina por el mismo autor. Esta obra fue traducida en verso al francés por Wace hacia 1155. Gran relieve alcanzaron también las obras de Chrétien de Troyes (1168-1180) en torno a los caballeros de la corte del rey Arturo y a Parsifal.
A principios del siglo XIII todo este material se fija en una versión en prosa llamada Vulgata, a la que sigue la Post-Vulgata (1230-1240), falsamente atribuida al borgoñés Roberto de Boron. Este último ciclo estaba constituido por: Estoire du Saint Graal, Merlin, Suite du Merlin, La quête du Saint Graal y La mort du roi Arthur.
A España llegan noticias de esta leyenda a finales del siglo XII. La alusión más temprana se encuentra en el trovador Guerau de Cabrera hacia 1170. Primero se difundió por Cataluña. En las obras del rey Sabio se alude ya a los temas y héroes artúricos. Las traducciones no se producen hasta finales del siglo XIII y principios del siglo XIV. Los textos artúricos españoles proceden en su inmensa mayoría de la Post-Vulgata. Se cree que fue traducida a un dialecto peninsular por una tal Joâo o Juan Vivar en torno a 1313. Se conservan fragmentos de estas obras.
La rama del Lanzarote, que había sido suprimida en la Post-Vulgata, también fue traducida al castellano. Se conserva un fragmento llamado Lançarote y un Lançarote del Lago, también fragmentario, que deriva del Lancelot francés. De la historia de Tristán hay dos versiones fragmentarias en prosa, una en castellano y otra en aragonés.
La Historia del cavallero de Dios que avía por nombre Zifar, el qual por sus virtuosas obras et azañosas fue rey de Mentón es la primera novela de caballerías española. El propósito del autor es mostrar cómo un caballero logra sobreponerse, con la ayuda de Dios, a las múltiples vicisitudes de la vida y alcanzar al fin un estado más elevado. La unidad de la obra se ajusta al modelo del sermón medieval. Su tema es redde quod debes, devuelve lo que debes, lo que, en el caso de la figura del monarca, quiere decir que el rey tiene que hacer producir los talentos recibidos de Dios, creando un reino justo en la tierra como preparación para el reino justo del cielo.
En el nivel de la historia, la obra presenta dos partes bien diferenciadas y paralelas, las aventuras de Zifar y las aventuras de Roboan, cada una con su correspondiente episodio fantástico, el del Caballero Atrevido en la primera y el de las Ínsulas Dotadas en la segunda. Los caballeros no practican la lucha por la lucha, sino que sólo pelean cuando es estrictamente necesario, no buscan la fama mundana, sino la honra entendida como riqueza en esta vida y salvación en la otra, no practican el amor cortés, sino el casto matrimonio, no son personajes míticos, sino realistas y además el Zifar no enlaza con la tradición bretona, sino con la tradición cristiana y oriental-hispánica, que es manejada por su autor con unos fines didáctico-morales plenamente medievales.
El Amadís primitivo ha llegado en la refundición que Garci Rodríguez de Montalvo hizo entre 1492 y 1506 y que publicó en Zaragoza en 1508. Pero ya existía una versión en el siglo XIV que circulaba por Castilla. Debieron de existir dos redacciones: una primitiva, de principios del siglo XIV, que tendría un carácter cerrado, coherente y simétrico, que terminaría con las pruebas de Oriana en la Ínsula Firme; y otra, de la segunda mitad de este siglo, dividida en tres libros, cuyo episodio final sería la muerte de Amadís a manos de su hijo Esplandián, desconocedor del parentesco y el suicidio de Oriana.
Otros relatos proporcionan al lector una agradable evasión dentro de una mezcla de novela caballeresca, bizantina y sentimental. De la épica francesa deriva el Cuento del emperador Carlos Maynes, probablemente de la primera mitad del siglo XIV. El tema central es la falsa acusación de adulterio que sufre la emperatriz Sevilla. De igual procedencia es el Cuento muy fermoso del emperador Ottas de Roma, et de la infanta Florençia su fija, et del buen cavallero Esmere, escrito entre 1360 y 1370, relato de enmarañada estructura.
Otras veces la novela de aventuras se mezcla con leyendas hagiográficas, como la vida de San Eustaquio o Placidas que inspiró el Libro del Cavallero Zifar y de la que procede también el Cuento de un cavallero Placidas que fue después cristiano e ovo nombre Eustacio. Del poema francés Guillaume d'Angleterre proceden dos textos españoles: Chrónica del rey don Guillermo de Ynglaterra y Estoria del rey Guillelme (1360-1370).
Vinculados a las novelas de aventuras están los libros de viajes, en los que aparecen toda clase de peripecias fantásticas en tierras lejanas. El Libro del conoscimiento de todos los reinos e tierras e señoríos que son por el mundo se escribió entre 1350 y 1360. En el último tercio del siglo XIV Juan Fernández de Heredia tradujo al aragonés el célebre Libro de Marco Polo. La traducción al castellano no se hace hasta principios del siglo XVI, obra de Rodrigo Fernández de Santaella.
7. Don Juan Manuel (1282-1348).
Es el máximo exponente de la prosa del siglo XIV. Nació en Escalona, quedó huérfano muy pronto y Sancho IV lo tomó a su cargo. Recibió una esmerada educación, alternando el estudio del latín, la teología y el derecho con actividades propias de la nobleza, como la equitación y la caza. Participó en luchas dinásticas que surgieron en los reinados de Fernando IV y Alfonso XI, tomando partido según sus intereses, en algún caso incluso con los moros y contra Castilla. En su personalidad aparecen dos características primordiales:
- tenía una clara conciencia de su linaje, poder y privilegios, de su condición de noble y guerrero;
- estaba estrechamente ligado a la orden dominica y fue un hombre preocupado por cuestiones religiosas, en especial la salvación del alma.
Es el primer escritor con voluntad de estilo que le lleva a recomendar ciertas normas estilísticas. La libertad con que trata los materiales ajenos se demuestra en el proceso de reelaboración artística cuyo resultado es una obra absolutamente personal e incluso superior al modelo. Muy importante es el influjo árabe que recrea y personaliza hasta el punto de renunciar a la fantasía desbordante y a la sensualidad de la literatura árabe, a sus filigranas formales, sustituidas por un realismo, una concisión y una sobriedad propias del gusto castellano.
Su prosa supone un notable avance con respecto a la de su tío, el rey Sabio, y presenta una poderosa originalidad personal. Tiene verdaderos hallazgos como ocurre en sus diálogos. Su estilo se basa en la expresion selecta y concisa propia a su espíritu de grave moralista. Su frase es densa, cargada de intención, precisa. Otro rasgo de su estilo es la tendencia a seleccionar minuciosamente los vocablos.
En su obra predomina el elemento didáctico-moral inspirado en la religión cristiana y en los conceptos tradicionales de la Edad Media. La obra de Juan Manuel pretende mostrar un orden de enseñanzas sobre la condición humana, manifestadas en una disposición literaria de orden narrativo. Se sirve de dos modos propios de la didáctica medieval:
- la exposición de razones convincentes por sí mismas y expuesta ordenadamente
- la enseñanza por medio de un ejemplo o anécdota.
Exposición de razones y narración de casos adecuados son los dos elementos de la obra del escritor conocida como "mayor" y que se compone del Libro del Caballero y del Escudero, el Libro de los Estados y el Libro del Conde Lucanor. En los tres libros hay una relación entre ambos elementos que es de orden decreciente para la parte expositiva de razones y creciente para la narrativa. En el Libro del Caballero y del Escudero predomina la exposición doctrinal; y en el Lucanor, los ejemplos narrativos.
El Libro de los Estados o Libro del infante parece acabado en 1330. Consta de dos partes, una con 100 capítulos y otra con 51. Predomina la forma dialogada en la que un viejo caballero responde a las preguntas del joven sobre diversos temas. La primera parte habla del estado de los legos y la segunda habla del estado de los clérigos. Traza en el libro una verdadera panorámica de la sociedad de su tiempo que divide en tres estamentos: oradores, defensores y labradores. La segunda parte comienza con una reflexión sobre las religiones cristiana, musulmana y judía y sobre la vida, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo. Partiendo de las Sagradas Escrituras, pretende demostrar que el cristianismo es la única religión verdadera.
El Conde Lucanor o Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio se terminó de escribir en 1335. Consituye la obra maestra de don Juan Manuel. La obra está precedida por dos prólogos. En el primero expresa su inquietud por los posibles errores que vayan a introducir los copistas y su deseo de que el libro aproveche a todo el mundo. En el segundo desarrolla el viejo tópico del enseñar deleitando. A continuación vienen las cinco partes en que se divide el texto.
La primera es la más extensa y consta de 51 ejemplos. En la segunda cambia el estilo, a instancias de su amigo don Jaime de Jérica se lanza por el camino del conceptismo y las enseñanzas se exponen en forma aforística. La tercera y la cuarta parte son de naturaleza similar. La quinta parte no tiene nada que ver con las anteriores, lo único que las enlaza es la presencia de Patronio y el conde Lucanor. Deja de lado los apólogos y los proverbios y pasa a ofrecernos un breve tratado doctrinal de lo que debe hacer el hombre para ganar la gloria. Se ha pensado que la estructura conjunta del libro combina una primera parte de ejemplos (I), una segunda de proverbios (II, III, IV) y una parte final complementamente independiente que forma un corpus teórico de doctrina.
Como otros libros del género didáctico, El Conde Lucanor encuadra los ejemplos en un marco narrativo en el que aparecen los dos personajes fundamentales: el conde Lucanor y su ayo Patronio. Los cuentecillos presentan un esquema inclusivo fijo que sirve para introducir el núcleo narrativo. Se distinguen cuatro pasos fundamentales:
- planteamiento del problema
- propuesta de la parábola
- ejemplo
- conclusión.
Cada cuento es un elemento independiente que no tiene más relación con el conjunto que la que le da la constante presencia de los dos personajes. Una vez concluido, Patronio lo aplica al caso concreto planteado al principio. Al final se incluyen unos versos que sintetizan la moraleja del cuento. Por lo común son pareados endecasílabos, a veces cambia la medida. Los dos personajes cumplen un papel meramente instrumental, lo que realmente importa al autor es contar el ejemplo y extraer la conclusión moral del mismo.
Don Juan Manuel sobresale en la creación de los personajes. Se esfuerza en armonizar el personaje y la circunstancia en la cual ocurre el hecho narrado. Utiliza una técnica realista en las descripciones de los detalles y en la justificación de los comportamientos. Todas las clases sociales tienen cabida en sus páginas y tampoco olvida las fábulas protagonizadas por animales. También aparecen personajes alegóricos como la Verdad y la Mentira o el Bien y el Mal.
Otras obras son la Crónica abreviada que data de principios de la década de 1320. Es un resumen de la Estoria de España de Alfonso X. El Libro de la caza trata de una de sus grandes aficiones. Atiende tanto a la teoría como a la práctica. Es un completo tratado sobre el arte de la caza con halcones y azores. Incluye muchas anécdotas de sus propias andanzas cinegéticas. El Libro infinido o Castigos y consejos a su hijo don Fernando se cree terminado entre 1336 y 1337. Se inscribe en la tradición del De regimine principum de Egidio Romano, pero presenta la novedad de un fuerte contenido personal y autobiográfico. Su estilo es natural, sencillo y claro, posee gran fluidez sin perder su sobriedad. El Libro de las armas debe de ser posterior a 1335. Su propósito es explicar el origen de su escudo de armas que le sirve para exaltar su linaje. Tractado de la Asunción de la Virgen María es un brevísimo tratado teológico en el que el autor se propone aducir las razones que expliquen que la virgen María está en el cielo en cuerpo y alma.

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